3
septiembre,2025

La construcción contada desde el terreno

Mucho se habla de la construcción desde escritorios, renders, reuniones y presentaciones. Pero la construcción contada desde el terreno tiene una narrativa diferente. Es ahí, entre el polvo, las botas y el sol implacable, donde las decisiones se vuelven acción y cada plano se convierte en realidad. Es el lugar donde la ingeniería se vive, se adapta y se transforma. Y nadie mejor para hablar de esta experiencia que Lisibeth Acevedo, ingeniera del proyecto New West, quien lidera día a día desde el corazón de la obra.

Para Lisibeth, el mayor reto de un proyecto no está solo en su complejidad técnica, sino en encontrar el equilibrio entre todas las variables en juego: el diseño, el presupuesto, el cronograma, los recursos humanos y las expectativas del cliente. “Lograr que todo eso se mantenga alineado sin dejar de lado los imprevistos del entorno requiere visión integral, mucha comunicación y, sobre todo, capacidad de adaptación constante”, asegura.

Esa capacidad se pone a prueba desde el primer movimiento de tierra hasta los últimos acabados. Mientras muchos procesos se planifican desde la oficina, en el campo las decisiones se toman con el tiempo contado y con los pies sobre el concreto. La construcción contada desde el terreno implica enfrentar retrasos de proveedores, lluvias inesperadas o la reprogramación de actividades críticas. Pero también se celebra la satisfacción de cumplir un vaciado a tiempo o de ver a un equipo alineado en una tarea compleja.

La planificación estratégica, según Lisibeth, requiere herramientas tecnológicas, sí, pero sobre todo personas comprometidas. “Los softwares ayudan, pero el capital humano es irremplazable. Tener un equipo que sepa prever, adaptarse y trabajar en conjunto es lo que realmente permite anticiparse a los riesgos y tomar decisiones oportunas”, afirma.

Frente a los plazos y la presión que implican, su enfoque es claro: ser realista desde el inicio. Un cronograma bien estructurado, una supervisión constante y una comunicación directa con proveedores y subcontratistas son pilares de su metodología. “Soy firme en los estándares de calidad. Si hay que ajustar tiempos, se ajustan, pero no se compromete la calidad constructiva”, subraya.

Liderar un equipo multidisciplinario en obra también tiene sus desafíos. Para enfrentarlos, Lisibeth promueve la comunicación abierta, establece metas claras y reconoce logros. “Las reuniones de seguimiento y retroalimentación son esenciales para alinear esfuerzos y mantener la motivación”, explica.

Uno de los aspectos que más valora en su gestión es la cultura de seguridad. Desde el primer día deja claro que no es un tema negociable. Junto al coordinador de seguridad y ambiente, impulsa capacitaciones, charlas constantes y controles rigurosos. “Todos en el equipo deben sentirse responsables no solo de su bienestar, sino también del de sus compañeros”, destaca.

Mirando hacia adelante, Lisibeth ve un futuro para la construcción marcado por la transformación digital y la sostenibilidad. Habla con entusiasmo de herramientas como BIM, drones y plataformas colaborativas, que ya están cambiando la forma de construir. “Cada vez hay más presión por ser eficientes, usar materiales reciclables y adoptar prácticas de economía circular. La innovación tecnológica debe ir de la mano de la responsabilidad ambiental”, concluye.

Porque al final, como ella misma dice, la construcción no solo se diseña, se vive. Es una historia de decisiones humanas, aprendizajes diarios y pasión por hacer que cada detalle cobre vida.

Construir es mucho más que seguir un plano. Es tomar decisiones bajo presión, adaptarse a lo inesperado y liderar desde el ejemplo. En cada obra, hay historias que no siempre se ven, pero que son las que realmente definen el resultado. La construcción contada desde el terreno nos recuerda que los grandes proyectos se levantan con técnica, sí, pero también con carácter, compromiso y pasión.

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